La impresión de objetos en 3D lleva desarrollándose y creciendo sin cesar desde hace más de 20 años.
Las primeras impresoras de inyección de tinta sentaron las bases de la impresión 3D en 1976.
En 1992 se fabricaron los primeros prototipos de piezas mecánicas por el procedimiento de impresión capa por capa.
En el año 2002, se imprime en 3D un riñón, de tamaño reducido, pero funcional. Este hito abre el camino a la impresión de órganos y tejidos. El gran impulso de la impresión 3D ha venido de la mano de los desarrollos de código abierto, lo que ha permitido aprovechar el impulso de todos los investigadores en esta área.
La impresión 3D ha sido impulsada, en las áreas de la salud, con desarrollos tan impresionantes como las prótesis funcionales impresas a la medida de cada paciente. Por otro lado, se están realizando avances, cada vez más prometedores en el campo de la impresión de órganos y tejidos.
Una de las grandes ventajas de la tecnología de impresión 3D es la posibilidad de producir prototipos totalmente personalizados a unas necesidades concretas. Por otro lado, los desarrollos farmacológicos y biotecnológicos más punteros están en la línea del desarrollo de productos y terapias personalizadas para pacientes concretos. Es aquí donde la impresión 3D adquiere todo el sentido en la producción de medicamentos, ya que es el instrumento ideal para la producción de elementos con características específicas individuales.
El primer medicamento, impreso en 3D, aprobado por la FDA, fue el Spritam (Aprecia Pharmaceuticals). Este medicamento se utiliza para tratar la epilepsia y permite preparar dosis personalizadas para cada paciente.
Otro de los grandes desarrollos en la impresión 3D de medicamentos, es la posibilidad de imprimir distintas sustancias activas en la misma unidad de dosis y producir dosis de liberación controlada de los principios activos.
La empresa Multiply Labs imprime cápsulas para servir de contenedor a producto farmacéutico. La cápsula se divide en compartimentos interiores, para contener cada uno las distintas sustancias activas. La liberación de las mismas puede seguir patrones diferentes en función de cómo han sido impresos los compartimentos.
Si consultamos el crecimiento del mercado de impresión de medicamentos en 3D encontramos que desde 2018 se está produciendo un crecimiento anual del 7% en valor. La previsión de este mercado para 2025 es de más de 400 millones de dólares.
Nos encontramos en unos momentos muy prometedores para el desarrollo de las tecnologías de impresión 3D de medicamentos, pero todas estas técnicas tendrán que superar, no sólo los retos de desarrollo y aplicación de las mismas, sino también demostrar su idoneidad para poder ser aprobadas por las agencias reguladoras y convertirse así en herramientas al servicio de la salud.
El valor que desde todos los estamentos se les da a estas investigaciones queda patente con el reconocimiento y apoyo de instituciones públicas a la impresión 3D.
En este mismo mes de Enero de 2021, leemos la noticia: “Diputación Foral de Álava, Tecnalia y UPV/EHU impulsan un Centro de Investigación en Desarrollos Farmacéuticos Avanzados”. Este Centro, se especializará en tecnologías de impresión 3D de medicamentos y de bio-impresión, aplicadas al campo de las terapias farmacéuticas avanzadas”
Luis Parra, Ingeniero Químico. Delegado Madrid.
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